Síndrome del maltrato o abuso infantil
Hemos visto, en los últimos tiempos en los medios de comunicación, reiterados casos de maltrato o abuso infantil que nos han hecho reflexionar sobre este tema.
El caso Lucio Dupuy, por ejemplo, ha sido extremadamente desgarrador que hizo que todo el país se conmoviera ante semejante aberración.
Y como sabemos que los odontólogos en general, y los odontopediatras en particular, al tratar a los niños desde una edad temprana y monitorearlos durante la niñez y la adolescencia, pueden ser los primeros en identificar las manifestaciones físicas y emocionales del abuso infantil, quisimos abordar el tema con un especialista en la materia.
Por eso, desde el Colegio de Odontólogos de Entre Ríos (Coer), consultamos al doctor Oscar Heit, Odontólogo Forense del Poder Judicial de Entre Ríos sobre cómo actuar ante estos casos.
Qué es el maltrato o abuso infantil
Antes de adentrarnos en el tema, debemos decir que el maltrato o abuso infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño o niña, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.
Pero, según sostuvo el doctor Heit, “los profesionales de la salud y el Estado deben trabajar juntos, porque el maltrato infantil es un problema de salud pública. Por lo tanto, los profesionales de la salud deben ser instruidos y orientados para reconocer los principales signos clínicos de los casos de abuso”.
“El Síndrome del niño maltratado, llamado también síndrome de Caffey-Kempe, es la periódica violencia ejercida sobre menores de edad, por sus progenitores y parientes cercanos, con características de crueldad, sevicia y ausencia de todos los sentimientos humanos, las cuales, en la gran mayoría de los casos, empiezan por lesiones en la cavidad oral y tejidos peribucales, que si son correctamente interpretadas por el odontólogo o el perito odontólogo legista, en muchos casos pueden ayudar al esclarecimiento y ayuda legal efectiva para estas inocentes víctimas. Este síndrome afecta al comportamiento de padres o tutores que maltratan de forma intencionada a sus hijos o a los niños bajo su cuidado”, aseguró Heit.
Tipos de lesiones
Heit explicó que según la bibliografía científica “los maltratos incluyen golpes en las nalgas, pellizcos, traumas ocasionados por el uso de calor o agua, alopecia traumática, fracturas, hematomas subdurales que pueden ocasionar convulsiones y coma. También pueden darse malnutrición y otros signos de negligencia. En el maltrato al niño se observan contusiones de diferentes cronologías, muchas de ellas vecinas entre sí que pueden ser causadas por un solo golpe o por golpes diferentes”.
Y agregó: “Existen lesiones de interés odontológico asociadas a la violencia infantil, como dientes avulsionados, fracturas de huesos de la cara, dientes con alteraciones de color sugestivas de trauma, frenillos labiales lesionados por contención para que el niño no grite, abrasiones y cicatrices en comisura labial (asociados a mordazas), lesiones múltiples en diversos estados de reparación, lesiones contusas en región perioral, marcas de mordeduras, abrasiones y petequias en región palatina, entre otras. También lesiones lengua y nariz (microtraumas), desviación de la apertura de la boca; presencia de escaras y hematomas en las comisuras de la boca como resultado de las arcadas del niño; quemaduras en encías, lengua, paladar o mucosas provocadas por alimentos calientes o utensilios domésticos, especialmente cucharas”.
Por otra parte, el especialista indicó que “el odontopediatra también debe estar atento a las infecciones del complejo orofacial que puedan estar relacionadas con el abuso sexual (gonorrea, condiloma acuminado, sífilis, infección por herpes). La piel es, entre las partes del cuerpo, la más frecuentemente traumatizada o afectada. Se pueden observar contusiones, equimosis, hematomas, presencia de marcas producidas tras golpes instrumentos, entre otras lesiones”.
Ahora bien, “la región orofacial sufre traumatismos frecuentes durante los episodios de malos tratos infantiles. Las lesiones que no se correspondan con la historia relatada, las laceraciones de tejidos blandos que no se encuentren sobre las prominencias óseas o las lesiones que tienen la forma de un objeto reconocible y las lesiones múltiples producidas en momentos diferentes, pueden deberse a traumatismos no accidentales. Las marcas de mordedura en niños también deben examinarse”, enfatizó.
E hizo hincapié en que “se debe prestar atención cuando existan relatos diferentes de los padres o tutores, interrogados sobre el origen de las lesiones; demora inexplicable de los responsables en procurar la atención médica cuya necesidad, la mayoría de las veces, es evidente hasta para otras personas por la gravedad de las lesiones; incongruencia entre las explicaciones simplistas sobre el origen de las lesiones y la multiplicidad y/o gravedad de los hallazgos clínicos, traumáticos y radiográficos. El niño puede presentarse extremadamente quieto, impaciente, temeroso, muchas veces sin motivo aparente. Pueden evitar el contacto con adultos, presentar somnolencia, preocupación excesiva en agradar o desagradar, alta resistencia al dolor e indiferencia a las conversaciones de los adultos”.
Aspectos legales y éticos
La Ley Nacional 24.417 de Protección contra la Violencia Familiar establece, al igual que la Ley Provincial Nº 9198 de Prevención de la Violencia Familiar, que ¨cuando los damnificados fuesen menores o incapaces, ancianos o discapacitados, los hechos deberán ser denunciados por sus representantes legales y/o el Ministerio Público. También estarán obligados a efectuar la denuncia los servicios asistenciales sociales y educativos, públicos o privados; los profesionales de la salud y todo funcionario público en razón de su labor¨.
El Art. 177 del C.P.P. establece que ¨los profesionales del arte de curar tienen obligación de denunciar los delitos contra la vida o integridad física que conozcan al prestar el auxilio de su profesión, salvo que estos hechos estén bajo el amparo del secreto profesional¨. Sin embargo, no se incurre en revelación del secreto profesional debido a que es justa causa cuando se trate de evitar un mal mayor”.
Por otro lado, cabe mencionar que el Código de Ética del Colegio de Odontólogos de la provincia de Entre Ríos anuncia como deber del odontólogo el de ¨respaldar todas las iniciativas para el mejoramiento directo e indirecto de la salud, en especial las que refieren a la niñez y a las capas sociales humildes o menesterosas¨.
“De esta manera tanto el abordaje legal como el ético obligan al odontólogo a proteger la integridad del niño, comunicando los casos sospechosos. Si bien, no es obligatorio el diagnóstico de certeza, se debe estar preparado para observar conductas, lesiones y el comportamiento que indique la exposición a los malos tratos, notificando a los órganos competentes para que analicen la situación de riesgo e intercedan”, sostuvo Heit.
Y enfatizó: “El odontólogo no debe, en hipótesis alguna, intentar la conciliación entre la víctima y el agresor, debido al riesgo de causar la intensificación de los casos de violencia y colocar a la víctima en riesgo de muerte”.
Por lo tanto, “el profesional siempre debe obtener una historia de cualquier lesión porque si es de naturaleza sospechosa, la historia también puede ser sospechosa. La sospecha de abuso infantil se basa en el reconocimiento de indicadores de comportamiento y signos y síntomas físicos comunes a los niños maltratados y comienza cuando el niño ingresa a la sala de recepción o al consultorio. El odontólogo y su equipo deben observar la apariencia general, la complexión y la altura, la marcha, la interacción con los padres y la vestimenta”.
Finalmente sostuvo que “cuando un niño tiene lesiones orales o se sospecha de negligencia dental los odontólogos pediátricos pueden proporcionar valiosa información y asistencia a los médicos pediatras acerca de los aspectos orales y dentales de abuso y negligencia infantil. Los médicos miembros de los equipos de abuso y maltrato infantil multidisciplinarios deben identificar a los odontólogos pediatras en sus comunidades como consultores para estos equipos”, concluyó Heit.